¡Que nos dejen el mar!

Si se están quedado con toda la tierra, ¿por qué no nos dejan el mar? ¡Que sigamos sin agua y sin energía, pero que NO nos quiten el mar!” Con esta frase y con la mirada puesta en el mapa de los proyectos en La Guajira, un pescador Wayuu cerró el taller de impactos facilitado por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) en agosto de 2022 en el corregimiento El Cabo de la Vela.

“Sí, que nos dejen el mar”, asintieron todos con gravedad. Desde que Indepaz publicó en 2019 El viento del este llega con revoluciones, una secuencia de acontecimientos le han dado la razón a sus recomendaciones, que pretendían ser una alerta temprana a los conflictos que traería un desordenado y atropellado desarrollo de parques eólicos en el ancestral territorio de los Wayuu.

Muy por el contrario, después de dicha publicación, se les ha otorgado carta blanca a las empresas y ayudado no solo con incentivos tributarios derivados de las leyes 1715 de 2014 y 2099 de 2021, también, con el impulso de una suerte de intentos de “aceleramiento” a las consultas previas, tanto las relacionadas con los parques, como las relativas a líneas de transmisión o evacuación energética. A esos intentos se les pusieron pomposos nombres como “Guajira consulta y actúa”. Con esas gestiones se pretendía adelantar mesas de concertación para no tener que consultar a cada una de las comunidades de las áreas de impacto.

En esta nueva entrega, INDEPAZ, abre la discusión sobre los impactos de estos proyectos en Colombia, donde se debe tener la consideración de país, pluriétnico, multicultural y biológicamente megadiverso.